Este jueves, la autora del libro "Favio vigente", Florencia Halfon, dialoga con Oscar Bossetti de su trabajo de investigación periodística donde explora las pasiones de Leonardo Favio.
“Mis tías, mi madre, mi abuelita. Nunca paraban de hablar ni de reír. Yo era muy pequeñito y me quedaba extasiado viendo a mis tías y a mi madre parlotear al unísono sobre distintos temas y reírse. Siempre se reían (...). No había tiempo para mí entre mis tías. En su vértigo, no me notaban. Me acuerdo de mí siempre como mirando el ir y venir, el revoloteo y la risa de mis tías. Claro, era la ciudad. Mi abuelita Pilar una vez me llevó al centro de la ciudad a ver pasar tranvías. Y una vez me llevó a un corso, pero no vi nada. Había tanta gente, y yo no pasaba de las rodillas de esa multitud (...) así que solo veía un mar de pantalones y polleras que llegaban, giraban, iban y venían entre pitos y griterío. Nada más. Y como yo era tan tímido, no le decía nada a mi abuelita, que me iba arrastrando entre el gentío. No le decía que yo no veía nada, que solo oía esa fiesta que era para ver. Digamos, algo así como Borges en la biblioteca, ¿no?
Las tías risueñas y dicharacheras se fueron casando y Manuela se fue con el Negrito a probar suerte a Buenos Aires. Así llegó Fuad Jorge a Luján de Cuyo, donde lo cuidaría otra parte de la familia, a cien kilómetros de su vida natal y veinte minutos de la capital provincial. Compartía pieza con las rezadoras de la casa: la tía abuela Berta y la bisabuela Genoveva, mamá de Berta y de Ibrahim. En la otra habitación, Arturo, hijo de Berta. Hasta los ocho años, el niño Fuad durmió en la cama con la tía. Estaba chocho de vivir en esa calle, la de La Costa, la que marcaba el límite del pueblo. A veinte cuadras, el agua, una de sus primeras pasiones. Nadar desnudo con los amigos en el río Mendoza –de adolescente, porque de nene lo sobreprotegían– era algo que más tarde le inspiraría canciones y le haría brotar recuerdos hasta el final”.
(Fragmento del articulo “Leonardo Favio, el director que cambió el cine argentino, pero “no está en las remeras de las nuevas generaciones”, escrito por René Salomé en 2023)